solo hace falta una mirada, una sonrisa, un roce, para saber exactamente que siente la otra persona.
Miradas que lo dicen todo sin decir nada, momentos de felicidad.
Existe una complicidad cifrada con un código que solo ellos entienden, es su propio idioma, el idioma del amor.
Gracias Vero y Juan por hacernos participes de estos momentos tan bonitos.
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